lunes, 29 de marzo de 2010

La cinta


Por la banqueta, justo en la base de un poste de luz, se ha atorado la cinta enredada de un cassette, la velocidad de los coches amenaza con arrancarla y sin embargo ésta se resiste, destella y seduce mientras el viento juega con ella. Un niño pequeño, del cual no he podido adivinar su nombre, se inclina sobre ella, la atrapa y la jala. Su madre que lo lleva agarrado de la mano no se da cuenta y sigue caminando con prisa. El niño se ha quedado prendido de la cinta y mientras su madre lo arrastra al caminar, tira de la cinta café que parece no terminar. Los destellos de luz los siguen y los convierten en una imagen hermosa, la madre atenta, viendo los coches, la gente que se cruza por su camino, cuidando de no pisar los charcos que se han formado con la lluvia de la noche anterior, va aferrada a la pequeña mano del niño y la siente como una extensión de su propio cuerpo, se percata de todo lo que sucede a su alrededor y lo hace para proteger a su hijo. El niño va maravillado y se deja llevar por la madre con absoluta confianza, agita la cinta y juega con ella, para él el mundo desapareció hace poco y sólo se puede concentrar en esa tira larga y ligera que acaba de recoger, no sabe que es ni para que sirve, para él su movimiento tiene vida y le parece una serpiente inofensiva con la cual entretenerse.

La madre va preocupada, llega tarde al trabajo y aún tiene que dejar a su hijo en la guardería, donde a juzgar por la hora es posible que no lo admitan. El hijo la llama, y ella no le hace caso, no es que no le importe pero conoce el tono de su voz y sabe que no tiene importancia lo que le quiere decir, le contesta algo sin pensar y se detiene en la esquina justo antes de cruzar la calle. el viento azota contra su cara y hace que el cabello le pique los ojos, suelta por un momento la mano de su hijo y se acomoda el pelo detrás de las orejas. Pero esa mañana el viento ha soplado fuerte, sorprendentemente fuerte y cambia de dirección continuamente, lo ha hecho ahora, justo antes de que ella vuelva a sujetar a su hijo. La serpiente gira de pronto y parece atacar al niño, quien se espanta y la suelta. pero la cinta no deja de brillar y vuelve a enamorar al pequeño, flota por encima de la calle y vibra entre la luz de la mañana, atrapa las miradas de las personas. se sabe admirada y se detiene en el aire, orgullosa. el niño se estira pero no la alcanza. La madre baja la mano y aprieta donde sabe está el brazo de su hijo, sólo agarra el vacío. La cinta se decide a avanzar, el niño grita desesperado y la sigue. Y entonces, justo cuando la madre se da cuenta que su hijo corre hacia la calle, se hace un silencio terrible y la cinta empieza a sonar, es una melodía que nadie ha escuchado nunca, a pesar de que está enredada y sucia, rota, arrugada, la cinta toca y es como si los destellos se convirtieran en flores frágiles que revientan en el aire como burbujas, es un estruendo la luz y en la garganta de la madre se ahogan las palabras, está petrificada y cuando el niño alcanza la punta de la cinta los coches han pasado sobre él. La madre corre, y un hombre la detiene del brazo pues los automóviles aún no se detienen. la cinta se eleva en un remolino de viento y ahora el niño flota con ella.